La Escuela 360 genera espacios preventivos: actividades pedagógicas en las Jornadas Educar en Igualdad.
Desde Sociales, Formación Ética y Ciudadana trabajamos en conjunto para erradicar la violencia de Género y proponer vínculos saludables.
1ero A y 1ero B leyeron el Cuento de Juan Solá que, con lenguaje sencillo, trabaja el tema de la violencia de género desde la mirada del narrador, que es un niño.
Todas las tardes a las cinco y cuarto, mi papá y yo salíamos a pasear. Él me batía la chocolatada con mucha fuerza, para que le quede un montón de espuma, y me la servía en mi vasito de Aladín, que tenía una tapita para que la chocolatada no se me caiga en el guardapolvo del jardín, que es azul y dice Matías.
Salíamos a caminar por la avenida y yo iba mirando los autos y le preguntaba a mi papá cuáles eran las letras de la patente.
La eme, la ese y la de, me decía mi papá, y yo repetía despacito, para aprendérmelas, y mi papá se moría de risa y me apretaba la mano más fuerte, porque teníamos que cruzar la calle, y después cruzar otra calle.
Y la equis, la be de bebé y la ele, y entonces venía un bulevar, que es como una calle pero con una plaza en el medio, y por ahí pasaba una patente que era la ce, la efe y la ka.
Teníamos que cruzar como mil novecientas calles, porque el supermercado donde trabajaba mi mamá quedaba lejísimos. Por eso veíamos tantas patentes, porque salíamos a las cinco y cuarto para llegar puntuales y ver cómo mi mamá salía por el portón, que es verde y alto, como los de los hospitales.
Cuando mamá salía, siempre tenía cara de que se iba a quedar dormida, porque estaba muy cansada. Era como si se hubiese pasado todo el día trepándose a los árboles del supermercado. Por eso, mi papá le decía hola mi amor y le daba la mano bien fuerte, como a mí, porque teníamos que cruzar de nuevo las mil novecientas calles para llegar a nuestra casa.
Mi papá le agarraba la mano a mi mamá todo el camino y mientras tanto le iba preguntando cosas sobre sus amigos del supermercado y mamá le respondía todo, aunque estuviera muy cansada y las palabras le salieran como si fueran suspiritos.
Todas las tardes a las cinco y cuarto, mi papá y yo salíamos a pasear, pero la tarde de la tormenta no pudimos, porque mi papá tenía miedo.
Él quería, pero no se animaba. Iba hasta la puerta y volvía y el cielo estaba como la noche y amenazaba con tirarse de panza sobre las casas y los autos. Había empezado a llover fuerte y mi papá se rascaba la cabeza y tragaba saliva.
Cuando para, vamos a buscar a mami, Mati, eh, me dijo, y puso una sonrisa que le temblaba un poco, como si fuera un telón blanco que esconde un nido de arañas.
Entonces, explotaba un trueno y papá también explotaba un poco, pero para adentro, como haciéndose chiquitito. Miraba por la ventana y los rayos eran como sonrisas de monstruos, con lenguas hechas de electricidad.
Cuando para, vamos a buscar a mami y la encontramos por el camino, eh, repetía papá, y se secaba el sudor del cuello con el repasador de la cocina.
La tarde de la tormenta papá y yo nos sentamos en la galería a esperar a mamá y se hicieron las seis y después las seis y cinco, las seis y diez y las seis y cuarto. Yo todavía no sé los relojes con agujas, pero mi papá me iba diciendo qué hora era a cada rato. Le temblaban las piernas y los brazos y miraba fijo la lluvia y yo le pregunté si tenía frío y me respondió que eran las siete menos diez.
La tormenta de esa tarde duró hasta que se hizo de noche, bien de noche. Hasta las once menos veinticinco.
Pasó la hora de la cena y pasó la hora de ir a dormir y mi mamá no llegaba y mi papá miraba fijo la calle y murmuraba con los dientes bien apretados que dónde mierda está esta reverenda hija de puta y que cuando la agarre la destrozo. Papá estaba muy nervioso, por eso no me animé a preguntarle si me hacía una hamburguesa y me fui a dormir con las ganas.
A veces, mi papá destroza las cosas cuando se pone muy nervioso.
Una vez, destrozó un termo, una silla del comedor y dos dedos de la mano de mi mamá.
Otro día, destrozó un inflador de bicicleta, una maceta de cedrón y un buzo de mi mamá.
Mi mamá no volvió nunca más y por suerte mi papá no la pudo destrozar. Él dice que, como no la fuimos a buscar, se perdió y no pudo encontrar el camino a nuestra casa.
Algunos días la extraño más que otros, pero ya me estoy acostumbrando.
Igual, yo tengo el presentimiento de que muy pronto, mamá me va a venir a buscar a la salida del jardín. Solamente tenemos que esperar que haya tormenta, para perdernos del camino de casa y que papá no pueda destrozarnos.
1ero y 2do B hicieron lazos que representan su lucha contra la violencia de género.
4to A trabajó la violencia simbólica en las canciones.Felicitaciones!!! Excelentes trabajos.
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